Justin Trudeau, el primer ministro canadiense, despierta pasiones entre hombres y mujeres
Al otro lado de la frontera (norte) estadounidense la vida se ve muy distinta. Canadá no es Estados Unidos y su presidente no es desde luego, Donald Trump. La frontera entre ambos estados es geográfica, pero también, cultural, social y demográfica. Son dos países que no tienen nada que ver. Justin Trudeau es el primer ministro y hoy representa a la resistencia frente a Donald Trump. Un presidente joven, guapo, respetuoso, educado y liberal en sus ideas políticas. Justin es el presidente de moda y todas y todos caen rendidos a su magnetismo.
Hace algunas semanas Trudeau se reunió con Trump. Y las cámaras estaban ansiosas de ver el encuentro entre dos hombres que son la antítesis. La reunión confirmó lo que todos esperaban de Trudeau. Las cámaras le quieren y él sabe muy bien cómo dejarse querer y administrar los tiempos y las formas. Trump que representa la grosería y la falta de educación no tuvo más remedio que acomodarse a la exquisita imagen de Trudeau y a unas maneras que le han valido el respeto unánime de la prensa internacional y de los líderes mundiales.
Su carisma es inapelable. Han sido numerosos los líderes que han caído a sus pies por una sonrisa a la que nadie se resiste. Desde la reina de Inglaterra que tiene fama de arisca y distante, pasando por la Duquesa de Cambridge que parece embobada mirando al líder canadiense en una imagen reciente, hasta la mismísima Ivanka Trump, de la que los medios han dicho que parecía "una colegiala" observado a Trudeau en una rueda de prensa en Washington de hace algunas semanas.
Trudeau es el político de moda por muchas razones. Además de las estéticas es un líder comprometido con las minorías. De echo quedará para los libros de historia su participación en la marcha del orgullo gay de Toronto de 2016 donde acudió para dejar claro que él apoya la causa LGBTi.
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