De profesión, ingeniero, acudió a su graduación con vestido fucsia, maquillaje y tacones
Talles de Oliveira Faria es un joven brasileño recién graduado en una ingeniería informática del Instituto de Tecnología Aeronáutica de las Fuerzas Armadas brasileñas. El pasado 17 de diciembre acudió a la ceremonia de graduación a recoger su título. Días antes había tomado una decisión que lo iba a convertir en el blanco de todas las miradas y de los debates.[="1478"]
El joven, de 24 años, decidió acudir a la ceremonia con maquillaje, tacones y un vestido de color fucsia que se arrancó en el momento en el que fue llamado a recoger su título. ¿La razón:? Denunciar la homofobia que había sufrido durante su etapa como estudiante donde había soportado toda clase de vejaciones por su condición sexual. La pequeña venganza de Taller de Oliveira ha tenido un gran efecto: visibilizar a los homosexuales en una institución tan hermética como el ejército. Una institución que en todos los países del mundo se encuentra en la la cúspide del rechazo a los homosexuales.
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Brasil tiene algunas de las leyes más progresistas de América en igualdad de derechos para las parejas homosexuales. Es posible contraer matrimonio, y las leyes reconocen derechos y obligaciones, que en el plano teórico igualan las condiciones legales de gays, lesbianas o transexuales con cualquier otra persona, independientemente de su condición sexual. Sin embargo, una realidad es la que tratan de organizar las leyes, y otra realidad distinta es la que el colectivo gay vive en las calles. El ejemplo de Talles de Oliveira pone de manifiesto que ciertos sectores de la sociedad permanece impermeable a los avances legislativos. No es una circunstancia privativa de Brasil, sino que en la mayor parte de los países de ese continente, leyes y sociedad caminan en sentidos opuestos. Las críticas a la decisión de Talles de Oliveira de aparecer vestido de mujer en su graduación han sido brutales, como el propio protagonista de ésta historia ha recogido en su página de Facebook. Leída la noticia desde el otro lado del océano atlántico sólo nos queda aplaudir y admirar a personas que tienen la valentía de defender hasta las últimas consecuencias su identidad sexual a pesar de que la decisión les vaya a producir no pocos problemas en el futuro. Eso es tener un par.
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